Opinión: Cuando el humanismo es el eje central del cumplimiento del deber
Por Praxedes Olivero
El hecho común de solicitar un documento personal, y la experiencia que se vive durante ese acto, pocas veces constituye una vivencia que merezca ser contada. Sin embargo, al acudir a la Oficina Provincial de Pasaportes de Barahona tuve una experiencia extraordinaria, admirable, y de la que quiero hacer partícipes a los que puedan leer este humilde escrito.
Asistí por primera vez a esta oficina el lunes 10 de febrero, a las 7 y tantos minutos de la mañana. Todo inició con una acción tan sencilla como es la de saludar. Luego de que el personal de seguridad, un joven y robusto guardia, hiciera pasar a la antesala a los que como yo, buscaban renovar o solicitar un pasaporte, me sorprendió que cada empleado o funcionario que entraba por la puerta principal saludaba a los usuarios con gran cortesía y una sonrisa franca. Esto resultó extraño para mí, pues generalmente cuando alguien accede a un lugar público, si es que saluda, lo hace de manera formal y hasta distante, aparentando muchas veces no esperar respuesta.
Después que el personal tomó sus puestos de trabajo, la directora de la institución, la Sra. Andrea Ayala, se dirigió al grupo, ofreció unas palabras de bienvenida y saludó a cada uno con un apretón de manos. Al instante, pasó a explicar que en la institución tenían la costumbre de orar a Dios antes de dar comienzo a las labores. Dejó claro que participar era un acto voluntario. Todos pasamos al salón principal y se realizó la invocación a Dios. Luego, unos a otros, nos dimos las manos. De inmediato, se organizaron los turnos para atender a cada solicitud, según el orden de llegada. A mi me tocó el número 2 y fui atendida por dos diligentes empleadas, antes de pasar al servicial fotógrafo. Luego fui nuevamente llamada para que confirmara los datos de mi documento de viaje, y para recibir el formulario de pago del servicio, con la fecha de entrega de mi pasaporte.
El lunes 17 de febrero, como estaba estipulado, recibí mi documento de identidad bajo las mismas condiciones e igual mística de trabajo de la vez anterior: cumplimiento del izamiento de la bandera, organización de los turnos, orden, afabilidad, espiritualidad y servicio excelente. Creo, sin lugar a dudas, que la Oficina de Pasaportes de Barahona es un modelo a emular por otras instituciones, tanto públicas como privadas. Mis felicitaciones y mi agradecimiento al personal de esta dependencia estatal, desde su directora, la Sra. Ayala, las oficinistas, el fotógrafo, los conserjes que mantienen la edificación pulcra, al joven guardia que recibe a cada persona en la puerta de la institución y al mensajero responsable de las habituales diligencias. Este personal no sólo cumple una función, sino que la realiza con gran amor y respeto. De verdad, que la Dirección de Pasaportes de Barahona es modelo de un servicio con altos niveles de calidad, eficiencia y vocación..